Wednesday, March 26, 2014

Si te metes con la naturaleza pierdes.
Por Enrique Araujo-Álvarez B.

Los seres vivos somos sensibles, es un don de la naturaleza que nos protege. Nos protege de lo malo como nos alienta a lo bueno. Sabia es la naturaleza, que procura un balance para que todo se realice en armonía. Pero el ser humano que al parecer ha sido dotado de inteligencia, para mejorar la vida en La Tierra, más bien pareciera, a la luz de lo que la historia ha registrado, inclinaría a pensar que esta gracia ha sido un error.
Mas como la naturaleza no se equivoca y todo lo ordena aunque le tome siglos en arreglar un desbalance, llega a modificar el bache y todo sigue su curso como estaba establecido. Desde la aparición del ser humano inteligente hace unos 35,000 años, solamente, la paz y la armonía del planeta se han visto alteradas por sus continuas invasiones en la naturaleza.
Al contrario de mejorar la vida, al desafiar la perfección natural, empezó a creer que podía enfrentarla y desde entonces ha venido empeorando la calidad de vida en este pequeño y frágil mundito. Si analizamos los descubrimientos y las invenciones del ser humano, prácticamente todos han sido y son causantes de alteración del mundo natural y obviamente, la naturaleza tiene que corregir todo aquello que la altera. La naturaleza no tiene consciencia ni sentimientos porque no obstante es causante de vida, carece de ella.
Todo el mundo está convencido que el ser humano es casi un dios al haber logrado en tan pocos años, un nivel tecnológico admirable que avanza tan rápido, que ya no es posible siquiera seguir el ritmo de la inventiva humana. Pero pocas son las mentes frías que observan con muchísima preocupación, los terroríficos efectos secundarios de este desarrollo tecnológico. Si se pudiera retroceder unos 150 años solamente y, teniendo los conocimientos actuales, hubieran fusilado al ingeniero alemán Nikolaus August Otto que en 1876 inventara el motor a explosión, base por el cual todos los motores actuales se basan en su invento.
Gracias a él, cualquier automóvil asequible a cualquiera, pasa los 200 KPH. ¡Qué maravilla! Pero hay un pequeñísimo problema. Cuando lo usan 2 mil millones de personas a la vez, causan un efecto secundario; La contaminación ambiental con una invasión masiva de un gas altamente venenoso y letal, llamado monóxido de carbono. Igualmente habría pasado por el paredón el físico, también alemán, Wilhelm Conrad Röntgen  quien en 1895 inventó los rayos X, utilísimo para la medicina moderna pero desarrollador del temible cáncer. No tengo espacio para poner la lista de inventos que ha desarrollado el ser humano, solamente en los últimos 300 años, que han puesto en jaque la vida en nuestro planeta.
Gracias a sus inventos, la radiación, la contaminación del aire, la tierra, el mar y los ríos, la naturaleza ya ha iniciado un procedimiento corrector de estas manipulaciones humanas. Ha iniciado, al parecer, inevitablemente su autodestrucción, curiosamente como lo hace el cuerpo humano cuando hay una invasión de microbios en su organismo. Ha subido la fiebre para combatirlos y ésta viene provocando que los glaciares se derritan, lo que traerá inevitablemente un calentamiento global que desaparecerá la vida en La Tierra.
Esto, cuando ya el ser humano aun con toda su tecnología, no pueda evitar que la temperatura ambiental llegue a los 150 grados Celsius o más, de día y de noche y los 365 días del año. Sumado a esto, con una radiación ultra violeta que podría calcinar hasta las rocas y para colmo, con la casi desaparición del agua. Esto ya sucedió hace millones de años, ¿Por qué no va a volver a suceder? Hasta quizás, La Tierra vuelva a rotar trasladándose alrededor del Sol, vacía, sin vida y tras miles de millones de años, se vuelva a desarrollar la vida y comenzar todo de nuevo, pero con la esperanza que no vuelva a desarrollarse un animal racional, que lo destruya todo de nuevo, o al contrario, sea tan inteligente que viva en una especie de paraíso sin osar meterse con la naturaleza comprendiendo que sus recursos son finitos.

A la humanidad le tomó treinta siglos para tomar impulso. Al parecer, no le queda más de 80 años para frenar ante el abismo.