Si
te metes con la naturaleza pierdes.
Por
Enrique Araujo-Álvarez B.
Los seres vivos somos
sensibles, es un don de la naturaleza que nos protege. Nos protege de lo malo
como nos alienta a lo bueno. Sabia es la naturaleza, que procura un balance
para que todo se realice en armonía. Pero el ser humano que al parecer ha sido
dotado de inteligencia, para mejorar la vida en La Tierra, más bien pareciera,
a la luz de lo que la historia ha registrado, inclinaría a pensar que esta
gracia ha sido un error.
Mas como la naturaleza no se
equivoca y todo lo ordena aunque le tome siglos en arreglar un desbalance,
llega a modificar el bache y todo sigue su curso como estaba establecido. Desde
la aparición del ser humano inteligente hace unos 35,000 años, solamente, la
paz y la armonía del planeta se han visto alteradas por sus continuas invasiones
en la naturaleza.
Al contrario de mejorar la
vida, al desafiar la perfección natural, empezó a creer que podía enfrentarla y
desde entonces ha venido empeorando la calidad de vida en este pequeño y frágil
mundito. Si analizamos los descubrimientos y las invenciones del ser humano,
prácticamente todos han sido y son causantes de alteración del mundo natural y
obviamente, la naturaleza tiene que corregir todo aquello que la altera. La
naturaleza no tiene consciencia ni sentimientos porque no obstante es causante
de vida, carece de ella.
Todo el mundo está
convencido que el ser humano es casi un dios al haber logrado en tan pocos
años, un nivel tecnológico admirable que avanza tan rápido, que ya no es
posible siquiera seguir el ritmo de la inventiva humana. Pero pocas son las
mentes frías que observan con muchísima preocupación, los terroríficos efectos
secundarios de este desarrollo tecnológico. Si se pudiera retroceder unos 150
años solamente y, teniendo los conocimientos actuales, hubieran fusilado al
ingeniero alemán Nikolaus
August Otto que en 1876 inventara el motor a explosión, base por el cual todos los motores
actuales se basan en su invento.
Gracias
a él, cualquier automóvil asequible a cualquiera, pasa los 200 KPH. ¡Qué
maravilla! Pero hay un pequeñísimo problema. Cuando lo usan 2 mil millones de
personas a la vez, causan un efecto secundario; La contaminación ambiental con
una invasión masiva de un gas altamente venenoso y letal, llamado monóxido de carbono.
Igualmente habría pasado por el paredón el físico, también alemán, Wilhelm
Conrad Röntgen quien en 1895 inventó
los rayos X, utilísimo para la medicina moderna pero desarrollador del temible
cáncer. No tengo espacio para poner la lista de inventos que ha desarrollado el
ser humano, solamente en los últimos 300 años, que han puesto en jaque la vida
en nuestro planeta.
Gracias a sus inventos,
la radiación, la contaminación del aire, la tierra, el mar y los ríos, la
naturaleza ya ha iniciado un procedimiento corrector de estas manipulaciones humanas.
Ha iniciado, al parecer, inevitablemente su autodestrucción, curiosamente como
lo hace el cuerpo humano cuando hay una invasión de microbios en su organismo.
Ha subido la fiebre para combatirlos y ésta viene provocando que los glaciares
se derritan, lo que traerá inevitablemente un calentamiento global que
desaparecerá la vida en La Tierra.
Esto, cuando ya
el ser humano aun con toda su tecnología, no pueda evitar que la temperatura
ambiental llegue a los 150 grados Celsius o más, de día y de noche y los 365
días del año. Sumado a esto, con una radiación ultra violeta que podría
calcinar hasta las rocas y para colmo, con la casi desaparición del agua. Esto
ya sucedió hace millones de años, ¿Por qué no va a volver a suceder? Hasta
quizás, La Tierra vuelva a rotar trasladándose alrededor del Sol, vacía, sin
vida y tras miles de millones de años, se vuelva a desarrollar la vida y
comenzar todo de nuevo, pero con la esperanza que no vuelva a desarrollarse un
animal racional, que lo destruya todo de nuevo, o al contrario, sea tan
inteligente que viva en una especie de paraíso sin osar meterse con la
naturaleza comprendiendo que sus recursos son finitos.
A la humanidad
le tomó treinta siglos para tomar impulso. Al parecer, no le queda más de 80
años para frenar ante el abismo.